"… contó como intérpretes con el núcleo básico del grupo asturiano (esto es, los tres hermanos Zapico) y con la soprano argentina Soledad Cardoso, que me conquistó por completo en La Lucrezia, una de las cantatas de más ardoroso dramatismo del joven Haendel (…).Me fascinó tanto la expresividad y refinamiento de la joven soprano como la variedad de matices de color y la flexibilidad que fueron capaces de conseguir sus acompañantes ..."
Pablo J. Vayón